Del 1 al 5 de Diciembre estuvieron en Leeds algunos amigos (Luis, Victor, Bayona y Porti). Su llegada estuvo colgando de un hilo, porque con la gran nevada muchos servicios se cancelaron (Si hubiesen ido a Leeds directamente se habrían quedado en Madrid, pues el aeropuerto cerró), y lo mismo se puede decir de la vuelta. Hoy he ido a escribir algo en sus perfiles cuando me he encontrado mensajes de gente preguntando "¿Dónde estáis? ¿Atrapados en Liverpool?". Quién sabe.
El viaje estuvo presidido por la nieve. Fue imposible enseñarles nada el primer día, a pesar de que estábamos al lado del centro, cada montón de nieve era un potencial buen número de bolas que potencialmente podrían llegar a la cara de uno de tus "amigos". Siempre había una primera bola de la discordia, que no hacía más que iniciar un festival de "HEAD SHOT!!" y risas. Los ingleses nos miraban asombrados, los pobres se han acostumbrado tanto a al nieve que se han olvidado de cómo disfrutarla.
Víctor víctima de la furia bayónica
Amor de hermano (por la espalda)
Tras esa primera batalla enfrente del ayuntamiento (quizá no tan mala, pues llevábamos un buen desayuno inglés encima), comimos en un pub con una buena pinta al lado (Esta vez, a diferencia de con mis padres, mis compañeros sí parecían acostumbrados al más de medio litro de cerveza que tiene una pinta).
¿Y qué hicimos luego? Pues, cómo no, bajar a Hyde Park e iniciar una gran batalla campal en la zona central,por donde nadie caminaba y podías encontrar más de un palmo de nieve según donde pisases. Estaba organizada desde unos días atrás, así que éramos bastante gente (víctimas). A pesar de acabar helados e igual de mojados que tras una ducha, valió la pena: Golpes, caídas, bolas del tamaño de cabezas, peleas sobre la nieve...Estar bajo el agua caliente luego fue una bendición.
Haciendo ángeles, completamente helados tras la batalla campal
Yo y Luis tras una pela sobre la nieve. Adivinad quién ganó.
Víctimas de las horas de luz de UK, a las 4:00pm ya parecían las diez de la noche, pero "cenamos" en casa de Pablo y César (mi segundo hogar) y nos dirigimos a la "residencia" de una amiga, si es que uno puede referirse al castillo en el que vive con una palabra como "residencia". Pilar vive en un antiguo priorato, al que nos referimos como Howarts. Bastante asombrados, pasamos la noche bebiendo y jugando al billar en lo que tiempo atrás debió ser una capilla. El punto misterioso de la noche fue al entrar al priorato. Probamos a llamar golpeando el aro sujeto a la puerta de madera, gritando (no teníamos móvil), marcando distintos números en el telefonillo (70 y pico habitaciones habían, creo). Tuve que llegar yo y pulsar al azar el 17 para que la voz de Pilar contestase a través del altavoz del telefonillo. Me planteé meterme a monje.
La mañana siguiente, conseguí enseñarles la zona centro de Leeds, pues respetamos el pacto de no agresión necesario para caminar seguros. Mi concepto de "al lado", bastante distinto del de mis amigos, ya se dejó ver el primer día, y volvió a aparecer en este. Nos pateamos Leeds y otra fiesta, esta vez en casa de César y Pablo.
Volvimos a dormir apretados, pero bien (Bayona y Portillo perdidos por Leeds mientras tanto buscando el camino al hotel).
El último día fue de compras y de espera para la última noche, además de la "detención" de los 3 Victores. El devolver un bolso con una tarjeta de crédito y el carnet de conducir que había encontrado el día de antes hizo que tuviese que dar casi todos mis datos.
Devolviendo el bolso a la policía. La mujer a duras penas me entendía. Quizá la inglesa con más acento
con la que jamás he hablado, por suerte el policía parecía tener más abierto el oído.
En el piso 1 de mi bloque, estuvimos bebiendo hasta que decidimos ir al O2, un club con bastante buen ambiente. ¡Cómo no la nieve truncó nuestro objetivo! Distraídos por ella y por otros acontecimientos, jamás conseguimos entrar juntos al O2. Una guerra de camino, la pérdida de un bolso y el encuentro con unos amigos hicieron que sólo yo entrase y las puertas se cerrasen tras de mí. No pudimos hacer otra cosa que salir e ir a otro local, dónde intruí a Porti y Luis en el baile de música que no escucharías jamás o te es completamente indiferente (He aprendido aquí. La base sigue siendo repartir cartas, clavar tablas y saltar).
Unos buenos días blancos en los que mi habitación se llenó y me pareció estar en Alcobendas por algunos ratos.
Primer día. Típica foto en cabina telefónica inglesa. Bayona, Víctor, Luis y Porti.