Bueno, como viajecito post-exámenes unos amigos y yo alquilamos un coche (7 plazas), y nos encaminamos al norte. Simplemente yendo en un coche por la izquierda, sin conducir, uno ya se habitúa al "modus". Además, los ingleses son muy "legales" conduciendo, así que todas las pirulas y demás formas de conducción española se pueden hacer sin problemas (que me lo digan al llegar a Edimburgo, o a Jaime colándose en los atascos por los carriles de incorporación. En España eso Imposible porque la gente está atenta a impedirte el paso e insultarte por jeta...).
Las carreteras, pues bueno, un tanto deficientes. ¿A quién se le ocurre poner un bordillo al borde de la autopista o una rotonda? Pongámonos en la situación en que vas a 70 millas por hora y te subes al bordillo, con su consecuente salto.
Aún así, llegamos sin problemas a Edimburgo. Recorrimos los alrededores del castillo por la noche, que estaba iluminado por focos y una luna casi llena, pasamos por un cementerio y pequeñas callejuelas. Después de que nos encerrarán en el complejo (cerraron la puerta en nuestras narices), saltamos una valla y fuimos a un local dónde se encontraban los amigos de un compañero. Nada remarcable salvo el espectáculo que daban un par de asiáticas (sospechosamente iban mucho al baño. No solas). Al rato nos fuimos a nuestro primer hotel: el coche. La peor noche fue sin duda esta. Pasamos frío y dormimos incómodos. Nos propusimos buscar bien para las próximas ocasiones (y lo hicimos).
Por la mañana dejamos Edimburgo, tras recorrer las Royal Mile con sus bellos edificos y el castillo, al final de la misma.
Nos dirigimos al oeste, con idea de acercarnos a la Isla de Skye durmiendo en un pueblo cercano, y ver el lago Lomond. Apuramos el depósito mucho, ya nos daba el aviso de la gasolina (Escocia no se caracteriza por sus grandes carreteras y cantidad de gasolineras, como podréis imaginar). Preguntamos en una casa y nos indicaron un pueblo cercano donde repostar. La carretera discurría por una suave planicie blanca por la escarcha. Los árboles eran blancos, como la hierba. Es un efecto precioso provocado por el hielo que cubre las ramas, similar al obtenido con fotos en la franja infrarroja. Todo ello rodeados de una espesa niebla que tan pronto como aparecía desaparecía, dejaba y no dejaba pasar el sol. Eso sí, Escocia, como los países del Norte en que he estado, cobra vida cuando llega esa luz tan especial. Los colores se avivan y lo que te rodea toma forma y calor. Los amarillos, rojos y marrones se mezclan con los verdes, con un tono dorado como fondo (a pesar de ser invierno el viaje ha sido un festival de tonos).
Comimos en el pueblo en que repostamos, tras ver a los niños salir del colegio (y dirigirse a las casas de enfrente, imaginaos el tamaño del pueblo) y nos dirigimos a Loch Lomond. La carretera discurre por el borde del lago, por lo que se puede disfrutar todo el trayecto del agua, las montañas y árboles que componen la escena. Como todos los lagos en Escocia, si no hay viento, mantiene sus aguas plácidas, por lo que lo refleja TODO. El cielo rojizo pero ya oscuro se reflejaba en el agua junto a la montaña, embarcaderos y todo aquello que reflejase luz. Fotográficamente excitado disparé muuuchas fotos de los simétricos reflejos en el agua. Incluso las estrellas quedaban reflejadas en el lago.
Los lagos en escocia son un buen espectáculo al conducir, pues uno puede ver como cambian los reflejos en sus tranquilas aguas, por no hablar de la niebla, que puede ser observada de lejos como enormes "tiras" blancas en movimiento.
Tras el lago, ya de noche, nos dirigimos a Oban. Un pueblo de la costa, muy pequeño pero con puerto y hostales. Allí descubrimos la palabra mágica: BACKPACKERS. Los encontramos en todas las ciudades en que estuvimos a partir de Oban. Bueno, bonito y barato se ajusta a la perfección. Incluyen desayuno, tienen juegos y zonas comunes donde descansar, cocina...además no son muy rígidos con el tema del ruido. Fuimos a cenar a un kebab que servía ternera con arena. Sí. yo ya me negué a cenar porque no tenía hambre, pero me alegre por doble partido de mi decisión al ver como el "cocinero" freía la hamburguesa dónde lo hacía con las patatas, y como el kebab de """"ternera"""" (¡más comillas que nunca!) emanaba una especie de espuma como la que puedes encontrar en un río contaminado. Le di una oportunidad al kebab de un amigo y...¡sorpresa! como cuando comes un berberecho y notas esa desagradable arena entre los dientes, pero en formato de tira cárnica, fue la sensación que tuve. Desarrollamos muchas teorías estúpidas acerca de cómo el pakistaní bajaba a la playa a por arena y algas para su restaurante.
Pasada la noche, nos levantamos y nos dirigimos a Skye, una isla del oeste de Escocia. Recorrimos las carreteras esta vez entre zonas más montañosas, y dos veces. Pensamos en coger el ferry, que como era Domingo no hacía recorridos (Tiene cierta lógica...). Por ello tuvimos que desandar lo andado y pasar por el puente (más al norte). En un momento tuve que tirar de frenos para poder captar una fantástica instantánea. En Escocia todas las carreteras (salvo las de más al Sur), son de doble o un sentido, y tienen pequeños espacios en los laterales cada cierto tiempo, por si es necesario parar o dejar pasar a los coches del sentido contrario. Subí una cuesta y tras ver lo que había metí el coche a toda velocidad en uno de esos parkings (la pequeña frenada valió la pena). Ahí tenéis lo que vimos:
Comimos en el pueblo anterior al puente (hamburguesa, cómo no) y cruzamos a Skye, donde dormimos en un pueblo llamado Portree. Jugamos un Monopoly de Star Wars (¡Gané junto con Álvaro!) con unos whiskys al lado.
Ya de mañana dejamos Skye, más verde que el resto de zonas que recorrimos, y vimos el castillo de Elian Donnan al borde de un lago.
Avanzamos con el coche con dirección Norte. Paramos a hacer algunas fotos de la carretera, que discurría entre suaves pero constantes montañas. Sin venir ni un coche (y eso que se veía bien a lo lejos) tuvimos tiempo de hacer las fotos que todos hemos pensado hacer alguna vez, como haciendo autostop. El ánimo levantado nos llevó a cumplir con lo que habíamos prometido antes del viaje: Hay que bañarse en un lago (no pudo ser el Lago Ness, el cuál vimos muy poco y no encontramos por dónde bajar).
El elegido fue el lago Maree, muy bonito y con una pequeña zona de arena. El agua estaba buenísima. Tan buena como puede estar el agua un Enero en un lago de Escocia, claro. No os voy a engañar, no estuve nadando. Fue más bien una inmersión rápida para salir corriendo a por la toalla e ir al coche a por mi ropa y zapatos (hice el camino descalzo...gran idea).
Con el ánimo más elevado aún fuimos en busca de un pub legendario según parece. Hay que meterse por calles minúsculas y sin siquiera pivotes laterales reflectores. Acaba por aparecer tras una cuesta, mirando a un lago y con un aire a casa rural. El Pub en cuestión estuvo en la guía michelín por 2 años, y se llama Badachroinn. Tenía todo muy buena pinta, pero cerraban en 2 horas tras nuestra llegada, no ofrecían habitación y tenían la cocina cerrada. Una pinta y el estómago rugiendo fueron los compañeros en busca de un lugar donde dormir. El dueño del pub nos recomendó ir a la Old Inn, otro pub (que no inn). Conocimos a Mick: Cheff en Andalucía hace 20 años, capitán de barco pescador en invierno y de turistas (para ballenas y delfines) en verano. Nos ofreció su segunda casa por un módico precio (la cuál alquilaba en verano. Parece ser que en ese pueblo, visto el gran número de B&B y casas con carteles de alquilar cerradas, viven una temporada intensa en verano). Así que pasamos de no tener dónde dormir a dormir en un casa, con buenas camas y chimenea (La cuál, Ruky, encendí sin litros de gasolina o pastillas). Quizá tenga algo de pirómano.
Por la mañana seguimos avanzando, y nos echamos atrás sin llegar a Dunnet Head, por tiempo y dinero, así que fuimos camino a Inverness. Encontramos de camino unas bonitas cascadas con el agua del color de la cerveza.
Inverness es una ciudad pequeña, con un bonito castillo y edificios, y con el backpackers de rigor. Muy amables nos ofrecieron cenar Haggis , un plato típico escocés, similar a la morcilla (revuelta), que se toma junto con crema de manzana (parece ser que el 25 era fiesta nacional en Escocia, según me dijo un tío CLAVADO a Barney, de HIMYM). ¡Sabroso! Vimos también el pub "La tortilla asesina" (menos mal que los ingleses español más bien poco...Seguro que les asesinan poco a poco con el sabor de lo que sirven), con "grandes" ofertas en tapas:
Al día siguiente nos dirigimos a Stirling, ciudad en al que vivió William Wallace. Llegamos tras visitar una destilería. Cardhu-Johny Walkers. Caía una llovizna, no sé si de whisky, pero a eso olía. Nos mostraron cómo fabricaban el whisky y lo dejaban madurar en enormes barricas con capacidad para 37.000L. Realizamos también una cata, con whiskys de distintos sabores-olores. ¿El más extraño? El de sabor a bacon...en serio. Probé variedades que ni sabía que existían, como el Gold Label. Sin más, salimos de allí con nuestros pasaportes de whiskeros (literalmente. Pedid que lo enseñe cuando vengáis) y fuimos a comer.
De camino a Stirling, hubo un momento en que conducía Luis y yo iba de copiloto. Comenté la cantidad de animales muertos que había sobre el asfalto, a distintos grados de descomposición. Es un poco macabro, pero llevábamos la cuenta mientras comentábamos como unos amigos que fueron en Diciembre casi atropellan un ciervo más grande que su Opel Corsa. La carretera ya estaba suficientemente oscura, pero la ayuda de las luces de cruce fue suficiente para ver una forma oscura levantada sobre la carretera, inmóvil junto a otro bulto inerte en el suelo. Luis y yo nos miramos al tiempo, con cara de circunstancia. Coche detrás, frenada descartada; curva a unos metros, y con el doble sentido es arriesgado hacer un cambio a´si de carril. Nos volvemos a mirar, y la única muestra de piedad es levantar un poco el pedal del acelerador como esperando que el bulto, ahora un faisán, se moviese. En vez de eso, y puedo juraros que tengo la mirada del ave en mi memoria, nos miró, sí, nos miró. Giró su cabeza y nos dejó ver su ojo sin moverse un ápice. Diría que se suicidó, por extraño que parezca, como esperando su coche al lado del otro bulto. Que nos vio venir estaba claro, y su inmovilidad nos dejó helados tanto a Luis como a mí. Un golpe sordo, seco, nos hizo volver a mirarnos, y despertarse al resto de gente. Nos paramos a un lado de la carretera, y ni rastro de sangre. Lo mismo fue un faisán fantasma.
Llegamos a Stirling ya de noche, así que encontramos el backpackers (ya se daba por supuesto) y pasamos una buena noche con los "trabajadores" de allí. Las comillas son justificadas. No hacen más que beber, ver películas, o dedicarse a lo que les venga en gana, mientras mantengan limpias las zonas comunes y habitaciones (trabajo de unas horas por la mañana). Un danés que había recorrido el mundo y su novia alemana nos amenizaron la noche (y el gintonic).
La ciudad de Stirling no es demasiado impresionante, pero las vistas desde el castillo valen la pena. Lo visitamos y dejamos el coche en el parking, para poder ir andando al monumento en honor a Wallace: Una torre elevada sobre una colina (7,75 libras la visita. Carísimo todo lo uqe sea entrar en cualquier edificio emblemático. [no entramos claro]).
Tras esto y un gran atasco (provocado por un camión averiado. Como NO hay arcenes, pues estaba ocupando un carril entero...) nos vimos de vuelta en Leeds.
Un gran viaje sin duda, que os recomiendo a todos. Tuvimos suerte e hizo buen tiempo todo el recorrido, pero puede ser arriesgado viajar en Invierno (unos amigos se quedaron atrapados en la nieve). En verano, todo verde, debe ser increíble, y los baños en lagos más placenteros. Si resulta que eres filósofo y quieres entender/comprender qué es lo sublime, Escocia puede ser una buena opción (viaje de estudios, ya se sabe).
Como ves anciana, al final no me convenció lo de aquella amiga que me iba a cortar el pelo (vi fotos de uno que se había dejado tocar...), pero bueno, el pelo largo pega con Escocia.
¡Un abrazo!
(Historia completa, y más anécdotas, en persona)
PD: la foto de Loch Lomond está al revés, para que os deis cuenta de hasta que punto el reflejo es fiel.
PD2: Todas las fotos las tomé con el Tamron 17-50 2.8 VC, que es más nítido que la vida misma :P. Sé que a la mitad este dato os importa nada, pero ahí queda por si hubiese algún interesado (Los exif deberían estar en las imágenes)
PD3: Os dejo lo que, no me preguntéis ni cómo ni por qué, se convirtió en la banda sonora original de los grandes momentos en el coche...