Una Otley para despedirse

Hace algo más de una hora que he dejado a Mónica en el autobús. Nos hemos despertado, que no levantado, a las 5 am. Perezosos, nos hemos despejado y despedido en el autobús (aunque por poco El Burrito me lo impide. Es mi teoría Mónica). Las calles por a las 6-7 am no tienen nada que ver. Hay algunas personas haciendo el camino de vuelta a casa (o el paseo de la vergüenza), las camionetas de carga y descarga...pero el resto es tranquilidad. He tenido la suerte de poder ver salir el sol entre las torres de una iglesia desde Henry Price (arriba).

Paz y silencio que nada tiene que ver con la noche. Ayer, vestidos de mafiosos, hicimos una Otley Run, o intento de ella.

La verdad es que no apetecía mucho llevar el auténtico espíritu de la carrera, esto es beber rápido y mucho, de modo que te dé tiempo a completar el recorrido por los 15 pubs. Fuimos poco a poco disfrutando de cada pinta, y a medio camino ya tuvimos suficiente. Quizá lo mejor de esa noche fueron los disfraces de César y Pablo con sus amigos. Os dejo solamente un par de fotos, tomadas antes de empezar la Otley Run (uno se disfraza en casa y anda entre los pitidos de los coches y las sonrisas de la gente que se cruza por la calle).

Dos pizzas y unas cuantas series ocuparon las últimas horas antes de ir a la cama, donde creo que voy a tumbarme un rato más. Apenas he dormido con tanto madrugón.